viernes, 26 de octubre de 2007

Por la mañana, tarde y noche

Como cual camaleón cambia de color,
como cada año cambia de estación,
como cual araña se cambia de ropa,
tu cambias de actitud.


Por las mañanas, como cual mago haces de invisible.
Por las tardes, nada mas te haces el indiferente
con la certeza de saber que todo varía cuando se asoma la luna.


La noche se hace presente,
y tu transformación también.


Hechas un vistazo para buscar tu objetivo,
una vez encontrado no sacas los ojos de encima,
eso si, bien cauteloso te encuentras,
ya que eludes la mirada si ella también te observa.


En el silencio de la oscuridad,
con el peso del cansancio,

ambos agotados se disponen a descansar...
el juego comienza.



Ella se abriga un poco, se acomoda y emprende el viaje onírico,
lejos y a la vez algo cerca tuyo.


Por tu parte, no desaprovechas oportunidad para contemplarla,
como niño inquieto cambias de lugar
y así tener motivos de

poder estar cerca de ella.


Arriba el final y el juego queda en espera...
haces un paréntesis,
la miras por el rabillo del ojo
y todo queda ahí.